El castillo blanco

Señalaba una ciudad en el mapa con sus dedos regordetes, que recordaban a los de un niño y después de deletrear su nombre, pasaba cuidadosamente por escrito las descripciones que yo le daba. Además, para cada ciudad quería una historia curiosa. Así es como pasamos trece noches en trece ciudades distintas, cruzando de norte a sur todo aquel país que yo veía por primera vez, y regresando en barco a Estambul desde Sicilia. Aquello nos llevó toda la mañana. Por alguna razón, aquellas historias despertaban en mí una extraña amargura y me daban ganas de llorar. El rojo del sol naciente entraba en mi habitación; cuando Evliya me preguntó si yo tenía historias así de sorprendentes, le contesté, que se quedara esa noche a dormir en casa: tenía una historia sobre dos hombres que ocupaban el uno el lugar del otro”

Orhan Pamuk

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